Quienes se dedican a la medicina, la farmacología, la epidemiología, la estadística, entre otras profesiones de ciencias médicas y exactas, son, sin duda, relevantes y el primer "frente de batalla" contra la actual pandemia. El SARS-CoV-2 —el virus que causa la COVID-19— tiene cinco meses sobre la faz de la tierra y uno y medio en nuestro país, por lo que se esfuerzan por construir conocimiento sobre este cada día. Sin embargo, lo que no es nuevo son las particularidades sociales, culturales y económicas de las poblaciones a las que afecta. Estas características repercutirán en la respuesta frente al coronavirus en, por ejemplo, el comportamiento social frente a la adopción de medidas no farmacológicas (como el uso de mascarilla, el lavado de manos y evitar el transporte público), intervenciones que promuevan efectivamente el distanciamiento social y cómo reactivar la economía, que son campos en los que científicos sociales deben estar involucrados. ¿Cuánto apuesta el Estado por las ciencias sociales en nuestro país?
Invertir en el futuro

Durante el Seminario Anual de Investigación CIES realizado del 4 al 7 de noviembre del 2019, se relevó el estado de esta cuestión: "Las ciencias sociales contribuyen a generar conocimiento que permite comprender y mejorar las dinámicas sociales [...]. No ha habido un posicionamiento de las ciencias sociales en la agenda pública lo suficientemente fuerte", expuso María Balarin, investigadora principal y directora de investigación del Grupo de Análisis para el Desarrollo (GRADE). "Si bien su importancia en el mundo ha ido creciendo, no tiene ni de lejos el mismo posicionamiento que las ciencias naturales y las ciencias duras". Balarin comentó que los estudios en ciencias sociales son posibles gracias a los esfuerzos de los propios investigadores. Acusa una baja inversión en ciencia y tecnología (CyT) en el Perú: “0,12% del PIB en 2016 en comparación con el promedio regional de 0.5%”.  

Ello parece responder a una tendencia regional, según Fernando Perini, director del Centro Internacional de Investigaciones para el Desarrollo (IDRC, por sus siglas en inglés) para América Latina y Caribe. En cuanto a CyT “[e]stamos en una situación en que desde 2010 a 2015, las inversiones en ciencias sociales en Latinoamérica iban creciendo […]. De 2015 a 2017 eso cambió significativamente en la región”. Para Perini la respuesta estaría en “movilizar mejor los recursos, encontrar nuevos mecanismos de financiación coordinados desde el apoyo internacional y el nacional, creando nuevas estructuras de ese financiamiento nacional […] que sea parte de política pública. Importa que haya un mecanismo para que de manera concreta la evidencia sea parte del esfuerzo del Estado para avanzar”.

Propiciamente, en el mismo evento, Fabiola León-Velarde, presidenta de CONCYTEC, anunció el primer gran paso hacia la revalorización de esta rama: “Quiero anunciar que tendremos el primer fondo para ciencias sociales para el próximo año, [aunque] todavía es pequeño. Tenemos que trabajarlo juntos para que sea efectivo”. Minutos antes, sentando las bases para dar este anuncio y casi de manera premonitoria, comentaba: “En el campo de la salud, que es uno de los ámbitos que más conozco [...], en los proyectos que tienen que ver con, por ejemplo, las enfermedades infecciosas o contagiosas y que por lo tanto dependen de la actitud de la población, la participación de las ciencias sociales es vital. Vayamos sino a otros países donde la OMS reconoció que para terminar con el dengue en uno de los primeros picos que se dieron, las ciencias sociales fueron vitales”.

En esta línea, es importante escuchar a los científicos sociales, creer y apoyar las ciencias sociales especialmente en la actual coyuntura y en la postpandemia: es uno de los nuevos retos que deben asumir nuestros siguientes gobernantes. Ahora, las normativas para reducir los contagios comunitarios en particular, y las políticas públicas para asegurar el derecho a la salud en general, pasan por repensar la población enmarcada en su determinado contexto social y económico. Después, aminorar el impacto de la inminente recesión en la población más vulnerable, generar empleo, mejorar el sistema de salud y el sistema de pensiones, etc., entre otras debilidades que la pandemia se encargó de mostrarnos, son asuntos que deberán basarse en evidencia desde la academia, pues lo contrario sería improvisar. El primer fondo para ciencias sociales de CONCYTEC es un avance relevante que esperamos sea efectivamente aplicado y ampliado en lo sucesivo.


Foto: Perú21