Lima, 19 de agosto de 2020.- Miguel Ángel Alcántara, docente del Departamento Académico de Economía y Planificación de la Universidad Nacional Agraria La Molina (UNALM); Alberto Maurer, viceministro de Políticas Agrarias; Paola Bustamante, exministra del MIDIS y Fernando Eguren, presidente del Centro Peruano de Estudios Sociales (CEPES), analizaron esta tarde los problemas de oferta y demanda alimentaria suscitados por la pandemia en el 8vo Diálogo virtual CIES: Perú Sostenible. También participaron del diálogo, organizado por el CIES y la UNALM, Fernando Castro, coordinador de proyectos de seguridad alimentaria y desarrollo rural de la FAO Perú y José Luis Chicoma, director de Ethos, Laboratorio de Políticas Públicas México.
A modo de contexto, según Alcántara, hasta el año pasado 6 millones y medio de peruanos(as) -el 20.4% de la población- se encontraban en situación de pobreza monetaria y más de 900 mil tenían ingresos insuficientes para alimentarse adecuadamente, equivalente al 2.9% de peruanos. En otro rubro, en el último trimestre del 2019, se registró más de 9 millones de personas en situación de déficit calórico -el 29% de la población-, cifra bastante superior a las anteriores variables meramente económicas. De estos, cerca del 80% se encuentra en el medio urbano.
Como consecuencia de la pandemia, ha habido menos abastecimiento a las ciudades. Lima Metropolitana estuvo menos abastecida en frutas, pollo, carne de ganado y tubérculos a comparación del año anterior. Muchos productos registraron menores precios en chacra, como la cebolla y la papa. Por tanto, hay un riesgo de menor producción agrícola, pues los productores tuvieron menos ingresos. Ello se suma a la estimación realizada por CEPAL, que expone que la pobreza extrema subirá hasta 6%, significando casi dos millones de personas incapaces de alimentarse adecuadamente. Para Alcántara, citando a la FAO, esto supondría pasar de una crisis sanitaria a una crisis alimentaria.
En otro momento de su participación, el docente y especialista acotó que la población rural podría no tener dinero para comprar alimentos, pero resuelven el problema desde un punto de vista calórico con el autoconsumo y "tienen una conducta más racional desde el punto de vista del consumo". El problema son las zonas urbanas donde muchas familias no cuentan con refrigeradora. Sugirió que debería realizarse una mesa de concertación alrededor de la seguridad alimentaria.
Bustamante coincidió en que "hay una diferencia enorme en cómo la pobreza golpea en el mundo rural y en el mundo urbano. En el mundo rural, más allá de que nuestra mirada sea de que son una población pobre, tienen algo de qué alimentarse: producen o tienen animales. Sin embargo, la pobreza urbana es mucho más dura". Ello en línea de relevar la importancia de los datos de déficit calórico por sobre los económicos.
Maurer identifica que la seguridad alimentaria es un problema con varias fases: hay compatriotas que en este momento están pasando hambre, "y se tienen que ver alternativas para que tengan acceso a alimentos". Sostuvo que se podría sospechar que la caída en los precios de ciertos alimentos es un problema monetario: al caer los ingresos económicos, las personas deben comprar menos, por lo cual la caída en la demanda origina una caída en los precios también.
"En el Perú hay programas masivos de asistencia alimentaria en épocas buenas, y en esta época es aún más importante". Esta pandemia ha desnudado otros problemas álgidos: citó a la ENAHO para exponer que entre el 30 a 35% de hogares no tienen refrigerador, lo cual obliga al jefe(a) de familia a comprar alimentos a diario. Ello genera más aglomeraciones en los mercados y con ello más contagios.
Más adelante, felicitó a los productores, y a todos los involucrados en el proceso logístico que lograron que no faltaran alimentos a una ciudad de 10 millones de habitantes. Resaltó, además, que si bien hay pocas empresas agroexportadoras, estas generan medio millón de empleos formales en el sector rural y fue una industria que no paró. Finalmente, abogó por incrementar los ingresos de los productores muchas maneras: a través de bonos, asistencia alimentaria, etc., para que se integren nuevamente al mercado.
A su turno, Eguren sentenció que "los gobiernos tuvieron la precaución de guardar pan para mayo y ya estamos en mayo, el pan se está acabando y el contexto internacional ya no es favorable". Para el presidente de CEPES, "hay muchas cosas que se debieron hacer y hoy lamentamos: diversificación productiva, mejores servicios, incluyendo educación y salud". En lo agrario "se ha privilegiado un modelo de modernización volcado al exterior y promovido por empresas y organizaciones que son los 'neolatifundistas de hoy'".Por otro lado, opinó que las ayudas del gobierno son importantes, pero limitadas, demostrando voluntad, pero no necesariamente eficacia. Opinó también que "me sorprende que no haya un grupo de trabajo, una comisión que no atienda específicamente el tema de la alimentación en todas sus complejas dimensiones. Es urgente, porque puede que los diferentes sectores tomen acciones y no se encuentren sinergias".
Castro enfatizó en que el crecimiento de la pobreza incrementará el hambre a nivel global. "Probablemente, en esta pandemia lleguemos a 80 a 130 millones de personas en el mundo más que pasarán un día entero sin comer". Para él, hay dificultades económicas pero también de acceso físico a los canales de distribución, pues los mercados tradicionales son puntos de contagio, y que es clave el acercamiento de los productores a los mercados para reducir costos de transacción. Mostró su preocupación porque la calidad de alimentos se vea afectada: al tener menores ingresos, se tendría que comprar alimentos más baratos, los cuales no necesariamente son los más saludables.
También mencionó la necesidad de fortalecer la respuesta de la ciudadanía, pues han resurgido iniciativas de comedores populares, ollas comunes, etc. y "hay que darles un respaldo, orientarlos". Por último, relevó el trabajo realizado por distintas municipalidades a nivel nacional: "Por ejemplo, la Municipalidad Metropolitana de Lima sacó su frente del concejo municipal contra el hambre. Tiene una mesa de seguridad alimentaria. Y en diferentes partes del país hay similares".
Para finalizar, Chicoma enumeró problemas comunes estructurales que enmarcan el problema de la seguridad alimentaria en el contexto de la pandemia: la hiperurbanización precaria, desigualdad y pobreza, un sistema de salud en déficit, la informalidad, entre otros. Resaltó que no hay claridad de qué ministerio es el encargado de asegurar el correcto funcionamiento de los mercados o, en todo caso, declararlos en emergencia.
A modo de ejemplo, comentó que en México existe un grupo intersectorial de salud, administración y competitividad que reúne a todos las secretarías o ministerio importantes en el tema. "Es una visión de sistemas alimentarios que se requiere para vincular la agricultura, con salud, con el medio ambiente, con el comercio externo e interno". Para el especialista, es necesario ver este tema desde una perspectiva sistémica y multisectorial.
Vea Diálogo completo aquí: https://web.facebook.com/CIES.Lima.Peru/videos/325584202127205/