El bienestar mental y la alimentación de adultos mayores mejoró al ser parte del programa Pensión 65
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Se estima que en 2050, la población adulta con 60 años o más alcanzará hasta un 18.3% de la población total en Perú. Lograr la cobertura de seguridad social para ellos resulta un reto en nuestro país, donde solo un tercio de la fuerza laboral trabaja en ocupaciones formales y hay baja participación en los sistemas de pensiones y de salud.
En el Día Mundial de Toma de Conciencia del Abuso y Maltrato en la Vejez, compartimos los hallazgos y recomendaciones de una investigación promovida por el Consorcio de Investigación Económica y Social (CIES) sobre la situación de las personas de la tercera edad:
Efectos positivos de Pensión 65
Los programas de pensiones no contributivas, como Pensión 65, son una alternativa para mejorar la calidad de vida de las personas adultas mayores y combatir la pobreza en este grupo de la población. Como señala el estudio Los efectos de Pensión 65 en la salud de la tercera edad: una mirada acerca de cómo este programa puede contribuir a un envejecimiento saludable (2019), estos programas “pueden ayudar a ganar tiempo mientras se diseñan mejores políticas de protección social e incentivos al ahorro previsional”.
Los investigadores Noelia Bernal y Javier Olivera, de la Universidad del Pacífico, estudiaron los efectos de Pensión 65 sobre indicadores relacionados al envejecimiento saludable en la población adulta mayor que viven en pobreza extrema. Los resultados obtenidos permiten identificar efectos positivos en los usuarios: una mejor ingesta de alimentos, mayor acceso a servicios de salud a mediano plazo y una mejora del bienestar mental. Además, se registró un incremento de reporte de enfermedades crónicas, lo cual puede ser interpretado de forma positiva pues es información a la que se debe hacer seguimiento.
Por otro lado, los resultados de otros indicadores no fueron tan positivos. Por ejemplo, los autores observaron indicios de mayor inactividad, así como limitaciones en el acceso a servicios de salud en el caso de mujeres y en zonas de poca infraestructura. Para ello, Bernal y Olivera plantean que se considere la telemedicina para garantizar acceso a servicios de salud especializados en lugares remotos. Asimismo, resaltan la importancia de fortalecer la agenda de investigación con enfoque de género en los determinantes de salud de adultos mayores. También recomiendan el diseño e implementación de un módulo de alimentación, para contar con información más detallada del consumo de alimentos de las personas de la tercera edad.
Un reto ya conocido
Veinte años atrás, el antropólogo Carlos Eduardo Aramburú y la analista María Isabel Mendoza (CIES), ya advertían sobre el reto de asegurar un sistema de seguridad social que pueda mantener a una población en proceso de envejecimiento. En su artículo La población peruana: perspectivas y retos (2003), alertaron que el envejecimiento de la población involucraría a una proporción mayor de mujeres. La feminización de la población adulta mayor va acompañada del desafío de la previsión social, de la atención de salud y del soporte económico de la tercera edad. Este desafío se intensifica, además, por los cambios en las redes de apoyo familiar que parecen debilitarse como consecuencia de la migración y otros cambios culturales.
Revisa también:
➤ “Hoy por ti… ¿mañana por mi?” Las transferencias intergeneracionales y su efecto restrictivo sobre el ahorro previsional en Perú (2005), de Verónica Frisancho y Eduardo Nakasone, investigadores de GRADE.
Escrito por
Diseminación y difusión con base en la investigación. CIES: construyendo conocimiento para mejores políticas.
Publicado en
Asociación de 49 instituciones peruanas dedicadas a la investigación y la docencia en ciencias económicas, ambientales y social.